Poemas a los pueblos de Sinaloa, México
Cosalá
Ayer, cuando al calor de tu regazo
el oro de tus nítidos pensiles
enjoyaba en mis sueños infantiles,
y hacia el lago de grana del ocaso
vagaba en su inocencia mi pegaso;
ayer que con el alma recorría
del Cosmos la fulgurante pedrería
para toda incrustarla en su diadema,
¡el ígneo cintilar de aquel poema
muy poco para ti, me parecía!
Ayer que cuando niño, mis anhelos
enhebraban policromas chaquiras,
y al acorde sublime de las liras
del monte de Beacia, por los cielos
volaba el pensamiento, y en sus vuelos
buscó para tus montes y tus faldas,
una alfombra de rosas y esmeraldas
¡los cármenes sidéreos y los huertos
pareciéronle páramos desiertos,
y tétrica hojarasca sus guirnaldas!
Después, cuando en mí, todo sonreía,
mi alegre juventud en tus praderas
engarzaba floridas primaveras,
más radiante la luz de mis ensueños,
y en el halo del sol aparecía,
más consciente mi bella fantasía;
y más gratos, joviales y risueños,
tus bosques y tus pájaros canoros;
tus gemas encendidas, y tus oros
en las franjas del iris de mis sueños.
Los tiempos han pasado y el destino
cubrióme sin piedad de amargo duelo…
De la pompa y la gala de tu suelo
emigré como triste peregrino
sin un rayo de luz en mi camino;
sin mi madre, ni mi esposa tan queridas,
que hoy viven de otros mundos, otras vidas;
y pájaro sin nido, vengo ahora,
cabalgando en el rayo de la aurora
que tú, con tu progreso consolidas.
¡Salve, oh, mi terruño! ¡Salve a ti
que en poderoso impulso te levantas
y en lucha incesante, ríes y cantas;
que en tu cielo de gualda y carmesí,
reflejas del oriente el ormesí
de sus perlas, zafiros y diamantes!
¡Salve por tus arroyos murmurantes,
el agua dulce y zarca, tus vergeles,
tu templo esplendoroso y tus laureles
que en los parques ostentas ondulante!
¡Salve a ti, que las notas de tu orquesta
con un desgranamiento de armonías,
entonan las más dulces sinfonías
que de «San Nicolás», ante su cresta
se empinan con el móvil de la fiesta;
y cual dulce y gloriosa clarinada
simbolizan, ¡oh, tierra enjoyelada!
el deleite inefable de tu beso
y el ala gigantesca del progreso
en ondas de la luz de tu alborada!
Tomado de; Lecturas de Sinaloa, Instituto Nacional para la Educación de los Adultos, México, D.F., 1988.
