De: José Ramón Sato Parra
Han llegado ruidosos cascabeles
rodeados de remedos musicales,
de rústicos violines monocórdicos
y carrizos melódicos, por flautas.
Tambores naufragados, son jumates
que al percutirse, cual timbales suenan;
de música y de ruidos guturales
en la comarca, el vientecillo puebla.
Son patriarcales espíritus libertos.
Es el dialecto melódico del mayo,
a cuyo influjo, los cauros cadenciosos
conducen las pisadas del venado.
Los aborígenes llegan y convierten
una vasta visión que ha tiempo, dura.
Vestidos todos de mezclilla y manta,
los unos a los otros se «convidan»
mezclando el bacanora a todo pecho
canción confusa, dejativa y ruda.
Su música es lamento, sin embargo
despierta los instintos del astado,
y el sigilo al acecho permanente
convierte en frenesí, su olfato.
¡Oh, pretérito ritual hecho presente!
¡Ceremonial pagano que amanece
en los impúberes breñales del Noroeste!
Danza lo autóctono.
Y en su danza,
folklórico galope dá la inercia,
se improvisa el tambor monosilábico
y el violín proletario se suspende.
La tenue luz de la cachimba enciende,
y en fuga ya las sombras nocturnales,
se escucha el eco y éste, al repetir escucha
el ritmo de pisadas y de música.
¿.Acaso es cierto danzante de mi tierra
que ya tu danza no es hoy lo que ayer, fué?
¿Y que abaratas tu ritmo a los turistas
transfigurando tu tradición, también?.
¿A dónde vas con tus cantares místicos?
¿,Y tu ritmo febril de dónde viene?
¿Tu movimiento es respuesta de los siglos
aunque otros aires modernistas lleguen!
Porque tu oído y tu músculo y tu nervio
y tu pupila midriática y alerta,
oscila en frustración de los instintos
en la espesura de la noche negra.
Tal vez por miedo hacia el futuro incierto
y por primitivo temor a los misterios,
ahogarte quieras en báquicos sopores
que inunden las arenas del desierto.
Y en tu alimento prefieras el «nixcoco»
que el corazón de brasiles enrojece,
aunque te mire con ojos asombrados
cualquier advenedizo tras los médanos.
Es yaqui tu dialecto, también mayo;
yo, te he hablado de «tú» sin protocolo,
porque «el compá» y «la comá» familiarizas
en laico compadrazgo artificioso.
El tiempo y el destino, en forma extraña
han volcado cansancio en tu sendero…
¡Procura que amanezca florecido,
si ves que con espinas se ha cubierto!.
El Pascola llegó. Y sus cascabeles
con música perfuman la floresta.
Cabeza del venado en tu cabeza
con murmullos del són, danza… que danza.
Los hombres son esfuerzo. Y hoy su danza
cultiva las espigas y capullos.
Pintando va de verde, sementeras;
y borra tras de sí, páramos mustios.
¡No importa que la noche se aproxime!
iNo importa que la tarde se obscurezca!
Porque el sudor en el campo cobra vida .
bajo lluvias de luz de las estrellas.
Sensibilidad, tradiciones y costumbres de Sinaloa
Tomado del libro; NOCTURNO A CULIACAN, poemas, Sato Parra, José Ramón, Talleres de Artes Gráficas Sinaloenses, Culiacán, Sinaloa, México, 1991.
