Poesía sinaloense
NUÑO BELTRÁN DE GUZMÁN CONQUISTA CHIAMETLÁN
Por: Carlos Hubbard Rojas
Hoy, que vinieron ustedes
a estos lugares lejanos,
tan huerfanitos de fama
y raros de ser mentados.
Hoy, que el orgullo es bandera
en nuestro pecho agitado,
por tenerlos compartiendo
la tortilla y el pescado
que se funden, con fraterno
abrazo en cada bocado,
les contaré lo que cuentan
(si ya su venia me han dado)
lo que cuentan y escriben
de nuestro viejo pasado
los que saben d’estas
cosas por estar más enterados:
Allá por el año treinta
del mil quinientos contando,
Nuño Guzmán, Presidente
de Audiencia Real, fue nombrado
Gobernador Capitán
de la Galicia y de Pánuco.
Cuando ya había atravesado lo que es Nayar y Jalisco,
acampo en Santiago Ixcuintla
(Ixcuintlán, antes llamado)
seguido de Portugueses,
españoles y un colmado
de indios guerreros que solos
también se le habían juntado
Y como Ixcuintlán no quiso
darse por pez entregado,
mandó Guzmán arrasarla
no sin haberla saqueado.
Más plugo que ‘sta mala anima
de Nuño, fué castigada,
pues con un grande diluvio
la comarca fué anegada
y en leguas a la redonda
no podía encontrarse nada
que de sustento sirviera
del español la mesnada…
y ahí se murió de peste
quien se salvó de las aguas.
Viendo lo malo del caso
y dolido en la desgracia,
Nuño se fué a Acaponeta
ya con sus fuerzas mermadas
y ahí descansó dos meses
mal reparando sus armas.
Fué entonces cuando se impuso
que de los ríos a este lado,
había un pueblo grande de indios
por el Mar del Sur bañado,
por lo que mando con presto
a Pedro Alméndez Chirinos
con otros a averiguarlo.
Y cuando volvió el cuitado
y confirmó ser deveras
lo que los indios contaban,
sobre el pueblo de Chiametlán
dispusiéronse a la marcha
Nuño sus huestes ibéricas;
y en la segunda Jornada
de agosto en los días postreros.
Hasta el llano de Las Vacas
llegaron con sus deseos,
quedando a tiro de piedra
de Chiametla y sus esteros,
pero ya pisando tierras
de Sinaloa cuando menos.
Los indios de’stos contornos,
con maña y no poco esfuerzo,
dieron sangrienta batalla
a los instrusos sujetos,
y aunque según dicen, eran
cincuenta veces doscientos,
su derrota fué sangrienta
a manos de los ibéricos.
Después, tornaron sumisos
a campear por sus respetos
y Nuño los regaló
con la pluma que portaba
y que arrancó en gesto hidalgo
de su guerrera celada.
Y de tal guisa y tenor
siguen contando los dichos
quesque con mil ceremonias
salió el cacique mayor,
a quien presto le formaron
tupida valla de honor.
El dicho Jefe portaba
Rodela con su plumón
y un coselete de cuero
de caimán, alrededor;
de su noble continente,
que era galano y señor.
También llevaba a su vera
un tigrillo mansurrón
que no contaba medio año
de edad, pero que en el cuello
portaba un blanco collar
de conchas y caracoles,
y de cobre un cascabel
que al moverse hacia sonar.
Y entonces, los capitanes
de Guzmán, Pedro Chirinos,
Juan de Villalba, de Oñate,
Angulo, Juan del Camino,
Fray Bartolomé de Estrada,
Fray Juan Padilla o Badillo,
comieron por vez primera
los platos de nuestros indios,
mismos que desde esos tiempos
todos hemos ofrecido;
pues en efecto, el cronista
dice que cuentan y dicen
que comieron los hidalgos
al llegar a nuestros límites,
camarón, ostión, pescado,
tortillas de maíz cocido,
y envueltos en su blancura
la lealtad y el cariño
que ponen los sinaloas
al recibir al amigo.
Eso cuentan los cronistas
y como dicen lo digo,
para que quede constancia
de que esta noche, el olvido
no podrá destruirla nunca,
del sentimental archivo
que llevamos en el pecho
los hijos de este terruño.
Porque nunca habíamos visto
como nuestros padres indios,
sentados a nuestra mesa
hombres de tan raro cuño,
ni damas las tan fermosas
de tal continente altivo,
que nos llamaron «hermanos»
a nosotros… ¡A nosotros
tan humildes y sencillos!
Estáis pues, en vuestra casa:
¡Sed por siempre BIENVENIDOS’
Tomado de; Presagio, Revista de Sinaloa; número 12, páginas 16-17.
